Desde el bullicio del tráfico hasta el murmullo de un parque el sonido urbano influye directamente en nuestras emociones. Mientras que el tráfico rodado es una de las fuentes más comunes de malestar, los sonidos naturales o aportan calma y un sentido de pertenencia.

Cada ciudad es única y el paisaje sonoro que la rodea cuenta la historia de su población, quién es y de dónde viene. Los sonidos locales, como las melodías tradicionales, refuerzan el sentido de comunidad y pertenencia. Así, el entorno sonoro de cada lugar es una expresión viva de su cultura y patrimonio.

El paisaje sonoro urbano está lleno de elementos con la capacidad de evocar recuerdos y experiencias pasadas. Al mismo tiempo, ayudan a construir una relación más profunda con el entorno permitiéndonos sentirnos parte de su historia y su ritmo diario.